miércoles, 1 de mayo de 2013

Aquella noche...

Se hacía tarde y debíamos salir del local. Los helados habían estado riquísimos,  los mejores que había probado nunca. Pero eso no era lo mejor de toda la noche. Lo mejor eras tú. Cuando abrimos la puerta para salir y me sonreíste .. no me importó que estuviera lloviendo y no tuviéramos paraguas. No me importó el mundo. Solo me importaban tus ojos, tu bonita sonrisa, el calor que desprendías. Caminamos hasta Sol y en el medio de la plaza el tiempo se paró, todo el mundo desapareció a nuestro al rededor. ¿En qué pensabas? Y en ese mismo instante en el que te di la mano y vi que nada podía tocarnos, que nada podía hacernos daño, ese segundo que parecía no tener fin, que sentí como la electricidad me recorría todo el cuerpo y quise decirte lo que llevaba meses intentando decirte. Me besaste.

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