lunes, 13 de mayo de 2013

Los maté porque eran míos.

A la vista de que no he ganado el concurso de relatos de la universidad, he decidido publicar aquí mi relato.



“LOS MATÉ PORQUE ERAN MÍOS”

            Ha llegado el momento de sincerarse, de contaros porque lo hice, como lo hice, aunque no creo que lleguéis a entender, o al menos no los policías que me encontraron entre tanta sangre. Si te paras a pensarlo es una imagen muy sádica, las paredes llenas de sangre y cuatro cuerpos a mi al rededor.Pude ser más limpia lo reconozco, pero a la primera gota de sangre perdí el control de mi misma. Juro que tenía una razón valida. No busco el perdón. Fui tonta.

            Empecé con ella, mi hermana Silvia, sólo tenía 5 años pero era la que peor acabaría, estaba indefensa y ninguno seríamos capaces de hacer nada por ella. Era la primera porque no quería que pasase miedo si llegase a escuchar gritos o golpes. Mientras dormía me acerqué, la cogí suavemente por detrás y “crack”. Rápido, indoloro.
            -Dulces sueños pequeña, se feliz.- Susurré mientras volvía a dejarla en su camita, tranquila y hermosa como era.

            La siguiente fue mi madre, ella fue más complicada, seguía siendo más alta que yo, pero me puse de puntillas y pasé el cuchillo sin que se diera cuenta por detrás de su cabeza, cerca, muy cerca del cuello, le tapé la boca por si gritaba evitarme problemas. Un movimiento rápido de mi brazo, un corte limpio porque me había asegurado de que el cuchillo tuviese filo, y la sangre brotó a borbotones de su cuello, la cocina entera pasó a ser carmesí, hasta la sopa sin alimento que estaba preparando mi madre comenzó a parecer apetitosa.
            No os confundáis, yo quería a mi madre, lo hice por su bien. Mi padre había perdido el control de su vida, sin trabajo, borracho, sólo sabía propinarle duros golpes a mi madre, y un día lo intentó conmigo. Estábamos arruinados, en la calle y con la crisis nos costaría salir de esa situación. Tomé medidas drásticas.
Dejé a mi madre tumbada en el suelo, le cerré los ojos y le di un beso en la mejilla.
-        Se feliz allí donde vayas, y que nadie te lo quite.

            El próximo fue mi padre, con él no tendría ninguna piedad. Iba a pagar todos los golpes que le había dado a ella. Le golpeé en la cabeza para dejarlo inconsciente y poder atarlo al sofá y después le desperté con agua hirviendo. Rápidamente despertó.
            -¿Qué estás haciendo pedazo de puta? - Miró mi ropa llena de sangre- ¿qué has hecho? Suéltame.
- Vas a pagar por todo el daño que le has hecho a mamá. ¿Quién te dio permiso para hacerla desdichada? ¡A ella que te lo dio todo!

            Y comencé con los cortes, algunos dedos menos, las mejillas, los ojos... Creo que me pasé y murió desangrado, no estoy demasiado segura, solo sé que sus gritos pararon.  Entonces llegó el momento de acabar conmigo, no iba a dejar que me atraparan, yo quería irme con Silvia y con mamá, pero en ese momento pasó algo con lo que yo no contaba: sonó el timbre. Al abrir la puerta vi a mi novio Marcos que venía asustado por mi nota de despedida, fui rápida, antes de que se fijase en mi ropa y en el panorama que había en mi casa, le dí un beso en los labios y le apuñalé.

            -Te quiero- Le dije mientras caía en mi regazo, no le iba a dejar en éste mundo, me lo llevaba también conmigo.

            Lo siguiente que recuerdo fue la luz de sus ojos irse y la policía aparecer por casa, seguramente algún vecino había llamado. Solo quiero irme con ellos, no quiero estar en la cárcel, no me dejéis vivir sin ellos. Quiero estar con Marcos.  

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